viernes, 3 de abril de 2009

AB IMO PECTORE (“Desde el fondo del pecho”): Se cuenta que los primeros fisiólogos de la historia tenían una vaga idea acerca de en cuál región de nuestro cuerpo se albergaban sus más recónditos sentimientos: todos coincidían en atribuirle al corazón el título honorífico de organum animicus; errada o no esta aseveración, lo cierto es que la poesía también tomó nota sobre estos descubrimientos. Sin dejar de lado – aunque animado por otros motivos – a la filosofía moderna, cuyo testimonio más directo puede leerse aún en la Quinta sección del Discours de la Méthode cartesiano o en las reflexiones de Pascal. De igual manera a la típica expresión “sacar pecho” para referirnos a los atributos de la valentía y heroísmo que experimenta el ser humano (y que denotan un cierto estímulo propenso a la vida, a la conservación de ella, sobre todo en los casos dramáticos en los cuales esté envuelta), es igualmente digna de atención su contrario: “Para el ser humano que se acerca a la muerte (…) la situación es diferente (…) No percibe la sedimentación de materia en los vasos coronarios, sino que siente un peso sobre el pecho, que solamente conoce él y del que los demás, incluidos sus médicos, no saben nada.” Propensión de la vida la muerte, sin ninguna partícula excluyente o diferencial entre una y otra. Riesgo inevitable, por lo tanto, de escribir acerca de ellas, sin ninguna conmoción en el pecho, bajo la pura abstracción objetiva. Es por eso que la escritura se sitúa en los sujetos genéricos que expresan la vida o la muerte, y sobre ellos se erige toda historia posible. Pero, toda tradición – enseña Marx – no es sino fruto de la eterna querella entre los espectros de los muertos que “oprimen el cerebro de los vivos”. Juan Luis Martínez, en su obra literaria La poesía chilena de 1979, nos invita a sentir dicha opresión, el peso rememorativo, como una invocación, invocación que ya no escribe poesía, sino que la conjura.

(AB IMO PECTORE: ensayo marginal sobre La Poesía Chilena. El Sepulturero n º 2, p 24).

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