martes, 3 de noviembre de 2009



Comentarios sobre "Here Comes the Warm Jets", de Brian Eno (1973).


Tras la partida obligada del conjunto Roxy Music, la carrera compositiva de Brian Eno se inicia justamente con esta su primera placa. Nuestra actualidad lo reconoce como aquel productor de nuevas sonoridades, una especie de "intervencionista" de bandas como U2, Depeche Mode o James, pero raramente se le menciona a partir de su trabajo creativo. Cuando, en la extinta revista argentina "Cerdos y Peces" reconocía en una entrevista que era un manipulador de sonidos, claramente esta declaración habría que tomarla literalmente: lo atestigüa simplemente esta primera obra musical, un pastiche multiforme de textos sonoros y letrísticos personales. La participación junto a Robert Fripp (King Crimson) o Phil Manzanera en guitarras produce aquella impresión un tanto dadaísta en el empleo de los medios tecnológicos (sonidos acerados, bruscos cambios de acentuación, uso de trémolos, delays o distorsiones de varios tipos). Pero Eno demuestra que quien comanda la escena sonora es él mismo, a la búsqueda de posibilidades constructivas que nada le deben a la escena progresiva o acústica de los años setentas: si existiese acaso la aplicación del término "música del porvenir" para el género pop, estamos frente a un LP que satisface plenamente esta exigencia.
Decimos género pop por excelencia, análogo a la escena plástica que le debe su nombre, pues se trata de acentuar (y, por qué no decirlo: exagerar) los materiales concretos del mundo industrializado y de consumo para así darles otras connotaciones lingüísticas. Este procedimiento no puede eludir cierta sensación "nostálgica" con el material, al punto de recibir tras su manipulación una impresión desencantada del mundo que nos circunda. Dicho en otros términos: no busquen en este disco al Eno de los ambientes new age, sino al compositor atrevido y violento (camino que los años setentas también lo recorren Robert Wyatt o John Cale). Dicha experiencia, digamos con justicia, no le es completamente suya, si tomamos como referencias a la generación alemana de rock, esos aplicados discípulos de Karlheinz Stockhausen que arman Ammön Düll, Can o Cluster...
Aquel piano que suena dentro de una piscina constituye el eco nebuloso de nuestras sonoridades actuales, tal vez con mayores recursos técnicos, pero ignorantes en su aplicación conciente. Al igual que Benjamin, Eno sintetiza sus micrologías sonoras con el rigor técnico que exige un buen montaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario